Vuelve la familia O’Connell al completo (o eso nos hacen creer) para rescatar al mundo de las momias devueltas a la vida con ínfulas de dioses para dominar el mundo bajo un mandato cruel y despiadado.
De esto iba la primera, la segunda y por último esta nueva secuela de la película que mas o menos encumbró a Brendan Fraser, Rachel Weisz y Stephen Sommers a la fama. Pero esta claro que en esta ecuación para la tercera parte, faltan 2 nombres, y eso se nota, y mucho.
El planteamiento o la base es la misma. Tenemos un comienzo que nos sitúa miles de años atras. Una pequeña historia sobre el villano al que se enfrentarán durante toda la película. Nos muestran lo malo, cruel y aterrador que es. Y sinceramente, hasta ahí bien (no olvidemos que se trata de una película, por lo que no es cuestión de analizar si lo que cuentan sucedió o no en la realidad).
Pero llega el momento de la verdad, el encuentro con personajes que ya conocíamos y que quizás les teniamos cierto aprecio por su simpatía. Y nos encontramos con una Evelyn (Ivy) sosa, insípida y repulsiva que no hará precisamente las delicias del público que les ha seguido durante las entregas anteriores. Maria Bello (y perdonden los seguidores de esta actriz que generalmente sí que da el tipo, aunque esta no sea la ocasión) se hace del todo insufrible desde la primera línea de su guión. No sólo nos han cambiado a la actriz protagonista, sino también a su personaje.
Mientras en las anteriores entregas, los O’Connell eran personas aparentemente normales superados por las circunstancias, ahora son anodinos y simples que han dejado la vida de “espías” durante la Segunda Guerra Mundial, y buscan aventuras a pesar de negarlo repetidas veces. Sí, en la segunda al principio, teníamos más de lo mismo, pero no resulta tan patético como en esta (pincha aqui para leer el análisis de La Momia).
Es más, la Sra. O’Connell se ha convertido en una novelista de éxito de sus hazañas de heroína (al mas puro estilo Joan Wilder en “Tras el corazón verde” y “La joya del Nilo”, vaya copia!!!).
Pero esto es una película, y sus protagonistas tendrán lo que tanto anhelan, aventuras. Y si de por medio está una momia, aunque sea china y emperador, pues mejor que mejor. Pero si además, les metemos más efectos especiales, varios monstruitos estilo “yetis”, “dragones de tres cabezas” y “animal con patas indescifrable de conocer”, pues para que queremos más.
Viajaremos mucho más que en las anteriores películas, ya que comenzaremos en Londres, para trasladarnos a Shangai, ir al Himalaya (a hacerse amiguetes de los yetis, por supuesto!!!) y volveremos al yacimiento arqueológico donde el hijo de los O’Connell (Alex, Luke Ford) descubrió la tumba del Emperador Dragón, y donde éste mantiene a sus guerreros que también cayeron bajo la maldición de la bruja.
Como ya he dicho mucho mas de lo mismo. Más gags (algunos bastante divertidos, que no todo es tan malo en esta película), más efectos especiales, más acción, más tiros, más armas, mas poderes del malo, más muertes (o supuestas muertes), más familia………
Parece que la fórmula funciona, y por eso se sigue explotando, a pesar de que en el reparto no esten todos los que eran. Hubiera sido más factible, que la Sra. O’Connell hubiera muerto por causas naturales (y como acabó perdiéndose el “Libro de los muertos” en al segunda) y que la acción y la película hubiese continuado sin ella, a tener a una nueva protagonista que nunca alcanzará a lo que hizo la anterior (se nota que estoy particularmente disgustada con esto, ¿no?).
En definitiva, hubiera sido una película bastante más aceptable de lo que es, si no fuese una tercera parte, si no bebiera de otras películas más antiguas (véase “La joya del Nilo” por poner un ejemplo, o la misma “La momia”). Es un refrito con protagonistas ya conocidos, con una historia antigua relativamente creible pero no tan atractiva como las que contaban del antiguo Egipto. La película me ha dejado unas sensaciones agridulces. Ya que como peli, no esta mal (he visto taquillazos este año mucho peores), pero como una parte de La Momia deja mucho que desear. Ir sin expectativas al cine, a pasar un rato entretenido (que conste que lo es, yo no me he aburrido ni un sólo momento en las casi 2 horas que dura la película), pero no espereis a esa familia que llenó las pantallas hace ya 7 años.
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